No existe mano que, sin temblar, abra las puertas del templo sangre pureza.
No existe hombre que, sin pecar, extinga el instinto suicida en la pradera.
Pradera de fuerte olor a soledad. Pradera de fuerte olor a vida. Pradera de fuerte olor a prisión, a eternidad.
No existe beso que, sin mojar, deje de emanar deseo susurrante en caliente piel.
No existe mujer que, sin pecar, cause el abismo que proyecta sumo vaivén.
Vaivén de montañas canela. Vaivén de pasto creciente. Vaivén de musgos aerodinámicos, de velas.
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