Porque sin compás andaré hasta el ocaso de mi riqueza. La terminación de mi demencia marcará el fin. Aquello por lo que nunca emprendí viaje se volverá eterno remordimiento y la mentira de la muerte posará sus cabellos sobre mí.
Sobre mi mapa.
Quedaré varado por siempre, como quien ya ha vivido bastante y está cansado de caminar, mas con el innegable brillo en los ojos de aquel que desea volver a correr, volver a tener voluntad.
Cualquier voluntad.
No importa cual pues mañana no habrá página o nueva tinta. Cualquier voluntad llenará. Y las palabras me lanzarán al abismo por no tener nada por lo que esperar. Ya no quedará nada adelante. El asombro ante la inmensa diminutez del mundo vagará por mi cráneo. Pasará a ser humo difuso, excelso y desgarrador que se convertirá en imagen rodante. Imagen que saldrá y rodará por mi epidermis de vez en cuando, una y otra y otra vez, y mi persona llevará por nombre
Nostalgia.
Nostalgia seré y mi nombre mojará mis mejillas. El nombre cobrará el sentido del cuerpo. Entonces así, el único deseo será volver a beber con sed, bajo el sol, en la espera y en medio de ella, hacer las paces con Dios.
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